En Busca de Sirius: Las Puertas de DoorVille
- rafaelaescribe
- 2 ago 2019
- 7 Min. de lectura
Capítulo VII
Un Terrible Error
- —No lo puedo creer, ¿era muy difícil quedarse en la guarida?-Dijo Rosa disgustada.
- —Tranquila, al menos sigue con vida. – la calmó Mirela.
- —Pues sí, gracias a ti que lo conseguiste pronto. Y también pudo conseguir el arma que faltaba para completar su arsenal, pero a qué precio.
Rosa estaba muy molesta y se le notaba en su manera de hablar.
Massimo volvía en sí, se dio cuenta de que se encontraba nuevamente dentro del roble con Mirela y con las hadas y ya su pierna se había curado. Entendió que lo habían sanado.
—Hola—dijo Massimo reincorporándose —Supongo que ustedes me curaron, gracias.
—Si, te curamos, pero no tienes idea de lo que pasó por habernos desobedecido.- Dijo Rosa, tratando de no alterarse más de lo que ya estaba.
—¿Que pasó? Yo sólo quería ayudarlas.
—Te dijimos que no hacía falta que nos acompañaras, que estaríamos bien, que el único que podía correr peligro eras tú.— Le respondió Breena con voz dulce, tratando de no hacerlo sentir peor.
Si lo sé, pero mientras las esperaba vi a un gigantesco animal cubierto de pelo que se sostenía en las patas traseras; tenía cuernos, o púas... o algo así en su espalda y se estaba devorando a un pobre animal. Yo temí por ustedes, por que les pudiera pasar algo.
—Bien Massimo.—Rosa estaba más calmada— Te entendemos y te agradecemos tu preocupación, pero entiende tú ahora, nosotras conocemos el bosque, conocemos a todas y cada una de las criaturas nocturnas; también, por la descripción que nos diste del animal al que viste, podemos concluir que pudiste ver al demonio nocturno. Eso, por cierto, no es un animal, es prácticamente el rey de la noche: piensa, habla y manipula a muchas otras criaturas de la noche, se alimenta de animales, pero también disfruta simplemente matando a quien se le atraviese por el camino. Nosotras podemos encogernos de tamaño si vemos que algo malo nos puede ocurrir y así se nos hace mucho más fácil escondernos y escabullirnos del peligro. Te pedimos de una manera muy sutil que no nos estorbaras bueno, de hecho, te dijimos que sólo nos estorbarías si nos acompañabas.
- —Ok, entendido, pero ya me curaron, estoy bien, ¿cuál es el verdadero problema?, no entiendo su preocupación si ya todo pasó.
Las chicas se miraron unas a otras y entre suspiros y caras de desaprobación le explicaron lo sucedido:
—Lamento decirte, que sí, ya todo pasó, pero pasó mucho más que una simple herida.
Abatwa habló sin saber cómo continuar:
— Verás, cuando te conseguimos, no estabas solo. . . ¿Recuerdas a los Efialtes de los que te hablamos?
—Sí, pero si alguno me hubiera atrapado, ahorita no me sentiría tan bien como me siento, no?
—Pues, claro, estarías muy débil ya que te quitan tu energía, pero, lo que te quiero decir es que, cuando te hablamos de los Efialtes y de los Duendes, no te contamos de los otros de su especie, los duendes poseedores, son más peligrosos que los Efialtes, estos no solamente atacan a los humanos, sino a cualquier ser viviente. En verdad lo que hacen es poseerse de su cuerpo, son muy poco comunes, y no siempre existieron aquí en nuestro bosque; un día se llegaron, justo después de la aparición del demonio nocturno.
Massimo no podía creer lo que estaba escuchando.
—¿Están diciendo que un duende me poseyó? Y como se supone que estoy aquí hablando con ustedes siendo simplemente yo.
Ella se acercó a Massimo y le dijo:
—Massimo, aquí está tu alma, tu esencia, es de hecho mucho más que tu cuerpo, pero tu cuerpo como tal está allá en casa de tus padres. Sé que entiendes lo que te quiero decir.
—No, no entiendo, al menos que lo que me quieras decir es que en mi casa hay un duende que se está haciendo pasar por mi haciendo quién sabe que clase de cosas.
Ella continuó hablando.
- —Pues debo decirte que sí, algo así es lo que está pasando, pero ese duende no está haciendo simples payasadas, ni te está haciendo quedar mal delante de nadie. De hecho, lo menos que hará ese duende será permitir que te vean deambulando por ahí.
—Ya va, ahora me doy cuenta de algo, si mi cuerpo está allá y aquí mi alma, ¿cómo están mis padres?, ¿ellos creen que estoy muerto o algo así?
—No, pues aun tu corazón está latiendo y notan que puedes respirar, claro, deben estar preocupados, pues ya debes tener como dos días seguidos durmiendo, pero estoy segura de que saben que aún vives—le respondió Mirela.
- —Ok, esta bien y… ¿qué creen que hará el duende?
- —Pues estos duendes,-agregó Mirela- de los que sólo hay unos cuantos, llegaron al bosque después de que apareciera el demonio nocturno, como te dijo antes mi amiga, y sabemos que él es quien los controla. Pienso que el demonio nocturno lo envió a buscarte, sabes, él llegó aquí después de que Sirius desapareciera, él debe saber que tú eres el elegido y debe estar buscando la manera de evitar que la consigas. – Mirela se quedó fría, parece que después de haber dicho estas palabras cayó en cuenta de algo y Massimo también lo notó.
—¿Qué pasa, por qué te quedas callada?
Rosa y las demás también entendieron lo que Mirela estaba pensando.
—Por favor díganme, qué sucede, ¿es que acaso creen que ese duende tratará de matarme?
Ninguna contestó y Massimo pudo entender que ese silencio era una afirmación.
—Tengo que volver, tengo que despertar de este letargo y destruir a ese tonto duende.
Rosa reaccionó y habló:
—No, no puedes volver pues él esta encarnado en ti y un cuerpo no acepta sino una sola esencia, lo que debemos hacer es enfrentarnos al demonio nocturno, ese duende no es nada si destruimos a quien lo controla. Debemos esperar a que anochezca para poder conseguirlo, estoy segura de que tus padres están contigo, cuidándote; mientras ellos estén contigo ese no podrá hacer nada, ellos bajaran la guardia en la noche pues estarán cansados y querrán dormir, en ese momento actuará el demonio y le dará ordenes al duende, estoy segura de que así será.
- Pero apenas y esta comenzado a amanecer, y esa cosa me poseyó anoche entonces seguro mis padres han estado dormidos, como sabemos que él no ha intentado nada o si quizá ya lo hizo.
- No ha hecho nada todavía, pues tu aún estas aquí, vivo. Si tu cuerpo dejara de funcionar, o sea, si tu corazón dejara de latir, tu alma se desconectaría del mundo de los vivos, ¿entiendes?. Sé que este es un lugar diferente al tuyo, es mágico, pero eso no quiere decir que alguien que esté muerto pueda venir hasta acá. De hecho, los muertos no pueden ir a ningún lugar que no sea el mundo de los no vivos, a menos (y eso es una gran excepción), de que alguien lo invocara o le hiciera un llamado, pero eso sólo lo hacen los seres y las personas cercanas a la maldad, esos que hacen pactos y entregan su alma a la oscuridad.
—Un momento, mi cuerpo no acepta sino una sola alma, pero si puede tener un alma diferente a la mía y al mismo tiempo hacer que yo continúe conectado con mi vida, todo esto es algo confuso. . . y además, que pasó con el cuerpo del duende ese que me poseyó y cómo lo hizo si aquí está mi alma, no mi cuerpo.
Rosa continuó con la explicación:
—Como ya te dije, tu alma está conectada a tu cuerpo, así que sea lo que sea que te pase aquí, también te pasará allá, de hecho esa terrible mordida seguro se vio reflejada en tu cuerpo, así que en verdad espero haberla sanado antes de que tus padres la vieran; la cuestión es que cuando el duende se te acercó, también lo hizo hacia tu cuerpo y simplemente tuvo que desear encarnar en ti y ya. Ellos no poseen un cuerpo como tal, sí los podemos ver, pero son más como una simple sombra, por eso tratan de apropiarse del de otros, estos seres no pertenecían a nuestro mundo, llegaron después de que Sirius desapareciera.
—Creo haberlo entendido todo y sé que todo esto fue mi culpa, no debí querer hacerme el héroe.
- —Tranquilo, idearemos un plan para enfrentarnos a ese demonio, tú tienes tus armas ahora, así que esta vez sí podrás ayudar.- Breena le mostró a Massimo la blanca bolsita con las armas que Astrea le había dejado.
- —¡Qué bueno que pudieron conseguirlas! gracias.
- —Si, las tenían los duendes, los duendes buscadores de oro, cuando llegamos hasta su guarida no quisieron siquiera abrirnos la puerta pues sabían que íbamos en busca de las armas y como todas están hechas de oro y diamantes, por nada del mundo querían deshacerse de ellas. Por suerte su guarida queda muy cerca del lago encantado y allí habitan las sirenas, ellas son nuestras amigas y no soportan a los duendes.
- —¿Y cómo las ayudaron si ellas estaban en el agua?- preguntó Massimo
- Bueno, a parte de ser hermosas, las sirenas tienen una melodiosa voz que puede hechizar a quienes ellas quieran,- continuó Breena- así que cantaron e
hicieron que los duendes salieran desesperados de su guarida para ir a escucharlas y nosotras aprovechamos la ocasión para pasar y tomar todas las armas.
Massimo se sentía como un tonto. Fue tan mala idea haber salido del roble y para ellas tan fácil conseguir las armas... Él lo único que logró fue conseguir un pequeño cuchillo. Rosa por su parte, seguía muy concentrada en lo que debían hacer:
—Massimo, debes sacar todas las armas de la bolsa y ponértelas encima, debes tenerlas a la mano cuando las necesites. En la noche, no podemos salir todos juntos, creo que solo tú – dijo señalando a Abatwa – Massimo y yo debemos ir, ustedes dos se quedaran en casa con Mirela. Ayer gastamos mucha magia encogiéndonos de tamaño, sé que esta noche deberemos hacerlo, pues nuestras alas luminosas nos delatan; Massimo podrá esconderse sin problema cuando sea necesario, además con sus armas, estará a salvo. La cuestión es que necesitamos que al menos dos de nosotras guarden la magia para cuando sea necesaria.
—¿La magia que ustedes poseen no es ilimitada?- preguntó Massimo.
—Solía serlo. Mientras te cuento lo que pasó, ven y siéntate para que comas algo.




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