En Busca de Sirius: Las Puertas de DoorVille
- rafaelaescribe
- 1 sept 2019
- 15 Min. de lectura
Capítulo XXIX
Un Mal Plan
—Vivian, déjanos ayudarte -le decía Michael- cada día estás más débil, debemos huir de este lugar.
—Sabes que en la frontera del pueblo hay cazadores resguardando la salida. No hacemos nada tratando de huir, igual no podremos.
—Pero es tu vida, esa bruja te la está absorbiendo de a poco.
—Sí y no puedo dejar de dársela, pues moriría si lo hago. Me da miedo que después las puertas se cierren y todos queden atrapados donde quiera que estén. Además, sé que si dejo de hacer lo que ella quiere, buscará la manera de matar a mi madre antes de que su vida acabe. En cambio mientras ella esté viva, aún hay esperanzas para todos.
—Yo sigo creyendo que tenemos más esperanzas si ella muere.
Vivian negó con la cabeza y le dijo:
—Sácate esas ideas de la cabeza, no hay forma de salir de aquí.
—Sí la hay, en la noche no hay nadie en la frontera. Podríamos escapar mi mamá, mi hermana, tú y yo. Cuando ella se percate de nuestra ausencia, te irá a buscar y nos dejaremos encontrar, le diremos que si saca a toda esa gente de ahí, regresarás con ella. Apenas los deje salir, no dejarás que te atrape y listo.
—Por favor, Michael…—dijo Vívian entre risas —ojalá todo resultara así de fácil.
Vivian y Michael llegaron a la casa donde la señora Brigitte y Mika los esperaban con la comida servida. Thor estaba dormido debajo de la mesa. Era un bello hogar, al entrar a
ese lugar nada parecía estar mal, pues la compañía de la familia les bastaba, solo extrañaban al señor Robertson, pero soñaban con que un día todo volvería a ser como antes.
Almorzaron, limpiaron la cocina, hablaron, jugaron un juego de cartas, tomaron té y galletas, todo parecía normal, hasta que…
—Brigitte, son las siete, ya debo ir subiendo. —dijo Vivian con pesar.
—Oh, mi niña, ojalá no tuvieras que hacerlo —respondió Brigitte con la voz entrecortada.
—Sí, ojalá…
Vivian se levantó del mueble, Mika y Michael la miraron dolidos y ella salió por la puerta, sabiendo muy bien lo que iría a hacer.
Michael y su hermana tenían un plan: ellos irían a salvar a Vivian y escaparían de ese lugar. No podían permitir que esa bruja siguiera chantajeándola, no era justo, ni siquiera la había dejado volver a ver a su mamá, la había estado usando y engañando durante muchísimo tiempo.
—Mamá, debes estar atenta. Cuando vengamos con Vivian nos iremos de aquí.
—Sí, Mika, ya es hora, ella no debe seguir sufriendo por los demás.
Los hermanos se marcharon y emprendieron su camino. Llegaron a su destino, ya todos se habían ido de la mansión, solo quedaba Vivian, tirada en medio de la sala, sin energía para poder ponerse de pie. Los hermanos entraron y la levantaron. Al verlos, ella se sorprendió y con un hilo de voz les preguntó:
—¿Qué hacen aquí?
—Vinimos a ayudarte.
—Michael, te dije que no debíamos hacer esto, lo mejor es continuar hasta que el elegido nos salve.
—Vivian, me da miedo que cuando llegue el elegido sea demasiado tarde, tal vez en ese momento ya tú habrás muerto y por ende también la bruja, las puertas estarán cerradas y nadie quedará a salvo. Creo que ya es momento de que tú vivas.
Mika asentía con la cabeza, estaba de acuerdo con su hermano, sabían que Vivian había sufrido más que cualquier otra persona. Sólo querían salvarla.
Lograron salir de la mansión, Vivian pudo seguir los pasos de los chicos, a pesar de lo débil que estaba. Ya estaban cerca de la cabaña de Verónica, de donde salía un olor putrefacto que inundaba todo lo que había a su alrededor.
—Deben estar preparando el brebaje que Verónica tiene que tomar después del ritual que hace conmigo.
—Oh, por Dios, no me quiero ni imaginar nada de eso -dijo Mika horrorizada.
Ellos avanzaban rápido, pero tuvieron que esconderse al notar que tanto Verónica como los cazadores estaban saliendo de la Cabaña.
—Vida, vida, vida… —repetía la mujer como si estuviera entonando una canción— La vida que me da Vivian es tan… renovadora, es maravilloso poder hacer esto cada noche.
—Mejor será cuando tengas la vida del elegido.- dijo Rail.
—Tienes razón mi querido, cuando logre tenerlo podré vivir para siempre, mi poder será… ¡¡¡Inmenso!!!
Mika miró asustada a su hermano y Michael le lanzó una mirada como de “te lo dije” a Vivian.
—Ellos están esperando la llegada del elegido aún más que nosotros, lo mejor será que huyamos y cuando él venga que busque otra forma de salvar a los demás, así por lo menos no tendrá a Verónica queriendo matarlo.
Vivian suspiró. Se escondieron, hasta sentir la seguridad de salir. Esta vez, corrieron, pues ya su amiga se sentía mejor y la bajada se les hizo corta; la adrenalina los impulsaba a ir más y más rápido. Faltando poco para llegar al pueblo vieron a alguien acercándose a ellos. En ese momento bajaron la marcha y trataron de no verse agitados; pero era muy obvio que lo estaban.
Era un cazador quien se les acercaba y al tenerlos ya muy cerca se paró frente a ellos y les preguntó amenazadoramente:
—¿Qué hacen por aquí? ¿Por qué están tan apurados?
Era imposible no temer cuando tenían a uno de ellos en frente. Los tres se miraron nerviosos y el cazador, al notarlos tan ansiosos, sospechó de inmediato:
—Vivian, ¿querían escapar?
La mujer no podía decir nada, quedaba muda cada vez que esos cazadores se le acercaban.
—Díganme, ¿la vieja sabe de su plan?
En ese momento entendieron que todo había acabado. El plan no funcionó. Vivian tenía razón, era muy fácil decirlo, pero hacerlo era imposible.
—Estoy seguro de que sí sabe todo. Ustedes dos están en problemas, tratar de escapar fue muy estúpido de su parte. Y tú —continuó dirigiéndose a Vivian —también tendrás tu castigo.
El cazador alzó la mirada al cielo, cerró los ojos e hizo un sonido, como un suave rugido. Tuvo que haber sido un llamado a otros cazadores, porque al poco tiempo vieron a dos de ellos bajando la colina.
—Llévale a estos dos tontos a Verónica y manda a alguien a la frontera del pueblo – le dijo a uno de ellos —tú y yo haremos una buena actuación ahora.
Mika y Michael se fueron con uno de los cazadores, los otros dos se transformaron y fueron junto con Vivian a la casa de Brigitte.
- —Mamá, apresúrate- dijo la falsa Mika al entrar a la casa — nos tenemos que ir.
Brigitte salió pronto de la casa acompañada des sus dos hijos falsos y Vivian. Esta última no podía decir nada y temía lo que esos monstruos tramaban hacer.
Los impostores animaban a Vivian y a Brigitte a correr más rápido:
—¡Vamos! — decía quien se hacía pasar por Michael — ya estamos llegando, pronto todo acabará.
Vivian se moría de la impotencia, quería poder decirle a Brigitte que esos no eran sus hijos y que ellos en realidad estaban en peligro.
Faltaba poco para llegar a la frontera y cuando por fin lo hicieron:
—¡No tan rápido, idiotas!
Brigitte lo miró asustada y al ver que el cazador iba a agarrar por el brazo a “Mika” reaccionó de inmediato:
—¡A mi hija no la toques!
—¡No se preocupe, anciana! sólo los mandaremos de regreso a su… casa. Vivian en cambio, no tendrá más oportunidades de salir de la mansión.
—Vamos mamá — dijo el falso Michael — no salió bien nuestro plan. Ahora solo tendremos que esperar al elegido.
Brigitte miró asombrada a su hijo, no entendía cómo se lo tomaba tan a la ligera, pero después pensó que lo mejor sería dejarlo así, pues ellos no podrían luchar en contra de esos cazadores.
-—Si hijo, sólo nos queda desearle lo mejor a Vivian. ¡Pobre niña!
En la mansión, Verónica tenía frente a ella a los hijos de Robertson.
—Veo que resultaron ser valientes. – dijo ella en tono burlón. – Pero miren lo que les costó su…“valentía”. Ahora su madre está siendo custodiada por dos de mis cazadores y el día en que el elegido llegue, la primera en saberlo, seré yo.
Michael sintió que todo había sido su culpa, en verdad quiso hacerse pasar por héroe, cuando la verdadera heroína siempre había sido Vivian; ella tenía el corazón tan puro que prefería sufrir día tras día con tal de hacer que los demás estuvieran bien.
—¿Ustedes quieren salir de aquí?—preguntaba la bruja fingiendo tristeza —¿No les gusta estar solos y en paz, sin que nadie más los pueda molestar? Pensé que tal vez serían más agradecidos, después de todo, los he dejado vivir.
Se podía notar cómo la malvada mujer disfrutaba viéndolos sufrir.
— No se preocupen. Yo los entiendo, ustedes no tienen la culpa de ser así de malagradecidos, eso lo heredaron de su padre. Pero tranquilos, para que vean que yo sí soy una buena persona, los voy a complacer. Saldrán de aquí, no se preocupen. Ya mismo los sacaré de aquí.
Los hermanos se miraron extrañados y asustados al mismo tiempo, ¿qué sería lo que esa bruja quería decir?, ¿a dónde los llevaría?
—¡¡¡Rail!!!
El cazador apareció delante de ella de inmediato.
—Lleva a estos dos a la cabaña y hazlos cruzar el portal, ¿ellos quieren salir de aquí?, sácalos y asegúrate de que caigan en… buenas manos.
Rail agarró a los dos chicos y desapareció con ellos tras una cortina de humo negro, aparecieron en la cabaña. Aquel insoportable olor provenía de un caldero hirviente en la chimenea. Mika quiso ver qué había dentro y Rail se dio cuenta.
—¿Eres curiosa? —le preguntó y Mika se asustó al escucharlo.
—Ven, te enseñaré —prosiguió diciendo Rail mientras halaba el cabello de la joven para la llevarla hasta la chimenea—Mira! Mira!
Algo horrible ardía en el interior de aquel caldero. No podía asegurar lo que era, pero ...
—¿Ese es un…—comenzó a preguntar.
— Sí, es eso mismo y así como huele es como está, por eso se lo tuvo que sacar, pero debe beber lo que sale de él cada noche, porque a pesar de todo… es su corazón. Si no se mantiene conectada a él… moriría.
Michael se zafó de las manos de Rail y lanzó el caldero, sus manos se quemaron, el piso de la cabaña se inundó de un líquido espeso y negro, el corazón podrido de Verónica cayó al fuego.
—¡¡¡Eres un idiota!!! —gritó Rail con furia. Metió la mano en el fuego para sacar el corazón antes de que se calcinara y lo lanzó de nuevo en el caldero que conservaba un poco de ese espeso líquido todavía.
Mika y Michael, trataron de huir, pero no lograron abrir la puerta de la cabaña.
— ¡¡¡Si lo que les tocaba era malo, ahora será mucho peor!!! — Gritó con rabia el cazador.
Los agarró con fuerza por los brazos y entró con ellos por el portal hacia el otro DoorVille.
— -Ni se atrevan a hablar con nadie acerca de Verónica y lo mejor será que se mantengan ocultos. La gente no querrá saber que los “pequeños” Robertson están aquí.
Los hermanos se miraron confundidos, pero sintieron emoción de estar de nuevo en aquel lugar, si los dejaba ahí, irían a ver a su padre cada vez que fuera prudente hacerlo.
Rail los hizo aparecer en el pueblo. Mika y Michael no podían creer lo que veían, era como si nunca nada hubiera pasado, el pueblo estaba exactamente igual a como ellos lo recordaban, las personas sonrientes mirando las tiendas y entrando al restaurant del viejo Edward, alumbrado como siempre con coloridas luces navideñas.
Notaron que Rail ya no estaba cerca, en verdad los había dejado solos. Lo primero que hicieron fue mirar al cielo, la luna estaba en cuarto menguante, ambos se miraron y fueron
de regreso a la montaña, no tenían intenciones de dormir en otro lugar que no fuera con su padre.
Mientras subían la montaña, notaron que alguien venía tras ellos. No le prestaron atención y continuaron caminando.
—¡Oigan! – los llamó el desconocido.
Los chicos voltearon y vieron a un joven moreno y larguirucho aproximándose a ellos.
—¡Hola! – les dijo el joven.
— ¡Hola!- saludó Mika.
—Soy Sebastián ¿y ustedes?, no los había visto por aquí.
—Yo soy Ánika y él es mi hermano Andrew.
—¿A dónde van?
Mika miró de reojo a su hermano y él respondió:
—La verdad... no tenemos un rumbo específico, sólo queremos conocer el lugar.
—Sí…-agregó Mika— conocer un poco de mucho es lo que hacemos.
—¿Pero a esta hora?, ¿no es un poco tarde?
—Bueno, eso depende de cómo lo veas. – respondió Mika sin saber si lo que había dicho tenía mucho sentido.
Michael suspiró y agregó:
—Lo que ella quiere decir es que prefiere la noche porque es más fresca.
—Eso es cierto – dijo Sebastián – sobretodo en estos días de verano, el sol ha calentado como nunca.
Mika soltó una risita corta y nerviosa y luego suspiró, se sentía incómoda. No podrían ir hasta la mansión si ese chico no se les despegaba.
—Andrew – dijo Mika de repente – mejor seguimos mañana, ¿te parece?
Michael negó con la cabeza.
—No, continuaremos ahora.
Mika se quedó callada y Michael agregó:
—¿Y… hacia dónde te diriges tú?- le preguntó a Sebastián.
—Ah, si, claro, yo sólo pasaba por aquí y los vi y me dio curiosidad.
—Ok, entonces, adiós ¿no? – dijo Michael en tono cortante.
—Si, claro, ya debería irme. Suerte.
—¡Gracias!- dijo Mika.
Sebastián se dio media vuelta y se alejó de ellos.
—-No puedo creer que vayamos a ver a nuestro padre.- dijo Mika llena de emoción.
—Sí, sólo espero que mamá esté bien. – dijo Michael con pesar.
—Él se pondrá muy contento cuando nos vea, no va a poder creerlo.
Mika no podía dejar de mostrar su entusiasmo:
—Le daré un gran abrazo, le demostraré que nunca dejamos de quererlo.
Michael sólo asentía con la cabeza, él también estaba feliz al saber que vería a su padre, pero en verdad se sentía muy preocupado por su mamá.
—Tranquilo, mamá estará bien.—dijo ésta al ver la preocupación de su hermano—nada malo le pasará.
Michael se detuvo, Mika lo imitó y él le dijo:
—Te pareces mucho a mamá y tus palabras me calman, así como lo hace ella.
Mika sonrió y abrazó a su hermano.
—Vamos, que hace mucho que quiero darle un abrazo también a él.
Continuaron su recorrido y cuando se acercaban a la cabaña, trataron de tomar un atajo para evitar ese camino. Al encontrarse frente a la mansión, sintieron una gran emoción; corrieron y escalaron la verja para poder entrar al jardín. El jacarandá aún seguía ahí y alguien descansaba al pie del hermoso árbol.
— ¡Papá!- dijo Mika corriendo a su encuentro.
Adam, que estaba medio dormido, alzó la mirada y volvió a escuchar el llamado.
— ¡¡¡Papá!!!
Se levantó de golpe y al ver a sus hijos corriendo a su encuentro sintió felicidad por primera vez en mucho tiempo.
No sabía si era un sueño o qué, pero fuera lo que fuera, no quería que terminara nunca, eran sus dos hijos quienes ahora estaban ahí con él, ya no eran unos pequeños niños pero los abrazó como si lo fueran.
—¿Dónde está su madre? – preguntó Adam aún sin entender cómo es que sus hijos estaban ahí.
—Ella no pudo venir,- dijo Mika, quien no quería preocupar a su padre. – pero está bien. Todo ha estado bien.
Entraron a la mansión, los chicos se sintieron mal al ver lo “destruido” que estaba su padre, pero no podían esperar nada más, no era fácil todo por lo que él debía pasar.
—Me alegra que estén aquí, no tiene idea de lo feliz que me siento, pero…
— ¿Qué pasa papá? – preguntó Mika.
—No es buena idea que estén aquí y menos en la noche.
—Hoy no hay luna llena papá, todo va a estar bien.
—Sé que no hay luna llena, pero… sonará raro, pero a veces sin que sea noche de luna llena, la luna cambia, ¿entienden?
Mika y Michael entendían lo que él decía, pero no sabían cómo explicarle por qué pasaba.
El señor Robertson al ver las caras de sus hijos entendió que ellos sabían algo que no querían decirle, más no quiso hacerlos sentir incómodos, más de lo que tal vez ya se sentían al ver a su padre tan demacrado.
- — Bueno, bueno, no me hagan caso. De todas formas, si se quieren quedar aquí, entonces yo mejor me encierro en el ático y salgo en la mañana. De todas formas casi siempre lo hago así, por si acaso. Perdónenme, quisiera quedarme con ustedes, hablar de muchas cosas, escucharlos, pero... sé que me entienden.
Adam besó a sus hijos y subió al ático. No quería arriesgarse con ellos.
—Descansa papá. – le dijo Michael con la voz entrecortada.
—Te amo. – dijo Mika con lágrimas en los ojos.
Los hermanos subieron a sus habitaciones, cuya decoración se mantenía cómo la última vez que estuvieron ahí: las camas acomodadas y vestidas con sábanas de motivos infantiles. Todo aquello hizo que los invadiera la nostalgia. Por lo limpias que lucían, resultaba evidente que su padre se encargó de mantener las tres habitaciones inmaculadas, si se les comparaba con el resto de la mansión que presentaba un total desastre. Pero aquellos tres cuartos se veían igual como si el tiempo no hubiera pasado.
Durmieron muy cómodamente.
En la mañana cuando Mika despertó, acomodó de nuevo las camas (tal y como su padre las había dejado); entró al cuarto de sus padres, tomó un baño y se puso uno de los vestidos de su madre. Luego animó a Michael para que la ayudara a arreglar y limpiar la sala. Querían sorprender a su padre, pero se alarmaron cuando escucharon un grito:
— ¡Aquí está su comida señor Adam!
Mika se asomó rápidamente por la ventana para ver quién llevaba la comida y realmente no se sorprendió al ver que se trataba de Sebastián.
Este a su vez notó que alguien además del señor Robertson se encontraba en la mansión, pero decidió pensar que en realidad no había visto nada y se fue.
—Viste Michael, el chico que vimos anoche, es el que le trae comida a nuestro padre.
—Sí, seguro es hijo del señor Peter, recuerda que el único que apoyó a nuestro padre fue él.
—Me pregunto cómo ha hecho para que la gente no lo odie por cuidarlo.
Michael se encogió de hombros y dijo:
—Eso no importa ahora, lo importante es que limpiamos y que también nos trajeron comida.
Mika sonrió y salió al jardín a buscar la comida que dejó el chico. Se trataba de una bolsa algo grande y no muy pesada, pues sólo tenía algunas frutas, pan y tres comidas empaquetadas, para el día.
—Bueno —dijo Michael revisando los platos de comida— estos tres platos servirían sólo de desayuno para mí.
—Entonces después del desayuno iré de compras y haré que papá comience a comer bien de nuevo.
Los dos hermanos acomodaron la mesa y un poco más tarde su padre llegó a la sala.
Esta vez el hombre estaba afeitado, bien vestido y perfumado.
—¡Papá, me alegra verte así de bien!- dijo Mika feliz de verlo animado.
—¡Pues es que estoy feliz y así me veo cuando estoy feliz!—expresó satisfecho, suspiró y con un gesto de tristeza contrastante agregó: -Aunque me sigue faltando mi Brigitte.
—Llegará el día en que estemos todos juntos de nuevo, padre. Ahora, tratemos de disfrutar el momento —dijo Mika queriendo darle ánimos a su padre.
Después de desayunar, Mika tomó algo de dinero de la caja fuete de su padre y bajó hasta el pueblo.
Pasó por el mercado y compró todo lo que necesitaba. Quería volver pronto con su familia. Y mientras iba por el camino se consiguió de nuevo con Sebastián.
— ¡Hola Ánika!
—Sebastián, hola ¿cómo estás? – respondió algo nerviosa.
—Bien y tú… cuéntame, ¿qué tal el paseo de anoche? ¿Lograste conocer un poco de mucho?
Mika sonrió nerviosa y respondió:
—Pues, sí… Pero aún me faltan cosas por conocer.
—Mmm, ya veo, si es así… te recomiendo que no vayas más hacia esa montaña, por aquí en el pueblo hay muchas cosas que ver.
—Gracias, pero no entiendo esa recomendación, es decir, ¿por qué no debería subir la montaña?
—No lo sé, tal vez te consigas con animales peligrosos como culebras o arañas venenosas.
—¡Oh si, claro! Bueno, gracias, lo tomaré en cuenta.
Mika dio media vuelta para continuar su camino y el joven fue tras ella.
—Y ¿qué vas a hacer con todas esas cosas allá en la montaña? – preguntó Sebastián viendo las bolsa de comida que llevaba Mika.
—Comer —respondió sin darle importancia.
—Y ¿dónde comerás?
—En la cima de la montaña, allá. –dijo señalando la mansión – Ahí está mi hermano.
Ahora el que lucía nervioso era Sebastián.
—¿Él está en esa mansión?
—¡Sí!
—Perdona mi curiosidad, pero... ¿desde cuándo?
—En verdad, eres curioso!—le reprochó Mika y luego respondió— desde anoche, dormimos ahí y conocimos al dueño.
Sebastián enmudeció. Mika continuó diciendo:
—Y, por cierto, esta mañana te vimos. Creo que ya lo conoces…quiero decir... al dueño.
El joven se detuvo, no sabía qué decir pero no quería que esa chica pasara una noche más en aquella mansión. Su padre le había dado una tarea, llevarle la comida al señor Robertson y nunca dejar que alguien se acercara a la mansión.
Durante mucho tiempo, fue una tarea fácil, pues anteriormente no iban tantos turistas de visita por ahí y los habitantes de DoorVille sabían que la mansión Robertson guardaba al “monstruo”; si no querían morir, simplemente debían mantenerse alejados de ese lugar.
—Ánika, por favor, busca a tu hermano y no vuelvas a esa mansión.
—No.
— Ánika, te lo digo por tu bien, ese hombre… —Sebastián no hallaba la manera de decirle a la muchacha sobre la presencia del hombre lobo, pero titubeante continuaba advirtiéndole—él… él está loco, ¡aléjense de ahí, por favor!
Mika se molestó mucho al escuchar esto, pero sabía que él solo buscaba protegerla. Aunque él no podía saber que ella conocía perfectamente a lo que se enfrentaba.
—Pues... no creo que esté loco, sólo necesita compañía.
Sebastián suspiró cansado.
—Bueno, yo subiré contigo y hablaré con tu hermano.
—Como quieras. — dijo ella encogiéndose de hombros.
Al llegar a la mansión, Mika entró, pero Sebastián se quedó afuera.
—¿Seguro no quieres entrar?- le gritó ella desde adentro.
—No, aquí estoy bien. Solo llama a tu hermano, para que razone conmigo, ya que tú no lo quieres hacer.
Mika buscó a su hermano y a su padre, pero no los veía por ninguna parte, revisó todas las habitaciones, pero no los consiguió.
—Mi hermano no está. – le dijo a Sebastián, al llegar al jardín donde él esperaba.
Sebastián la miró asustado.
—¿Y el señor Robertson?
—Tampoco lo consigo.
—Entonces vente conmigo, tal vez tu hermano ya entendió que debían estar lejos de ese hombre.
—No, mi hermano no se iría sin mí.
—Ánika, por favor, ven conmigo. — le dijo mientars la tomaba por el brazo
- — ¡NO! — le gritó ella zafándose.
—Bien, como quieras, pero te digo que corres peligro al quedarte aquí sola.
Mika volvió a entrar a la mansión y continuó buscando. Al único lugar al que le faltaba ir era al ático, así que rápidamente subió las estrechas escaleras de caracol que la llevarían hasta ese lugar.
Al entrar vio a su padre tirado en el piso.
— -Papá, ¿qué pasó? – preguntó preocupada.
— -Están aquí.- respondió el hombre sin moverse de donde estaba.
— -¿Quienes? – cuestionó ella con desesperación.
Adam se reincorporó, hasta quedar sentado en el piso, miró a su hija y le dijo:
- — Vete, te lo pido, vete ya.
- — Papá, ¿dónde está Michael?
- — ¡Vete!
— -¡No te volveré a dejar!
- — ¡¡¡Que te vayas!!!
Mika miró horrorizada a su padre, estaba cambiando, sus ojos negros ahora parecían rojos, su cara parecía desgarrarse, era como si una bestia viviera dentro de él y en ese momento estuviera despertando y de hecho, eso era lo que estaba pasando.
Afuera, el brillante sol fue remplazado por una grande y también brillante luna llena, Sebastián llamaba desesperado a Mika.
- — ¡Ánika, sal ya de ese lugar!, ¡por favor, Ánika!
El chico miraba asustado la luna llena, no entendía cómo había anochecido de esa manera, pero sabía lo que sucedería a continuación.
— -No, por favor… ¡¡¡Sal ya de ese lugar!!!
Sebastián comenzó a cerrar todas las ventanas, quería dejar la puerta de última para que Mika pudiera salir.
— -¡¡¡Ánika!!!
Un aullido de lobo y después de eso un grito desgarrador. Sólo eso escuchó.
El chico quedó paralizado, una sensación de angustia lo invadió. Se movió rápidamente sólo para sellar bien la puerta de entrada de la mansión y luego se dejó caer.
Una bella joven había muerto y a pesar de no haber sido su culpa, él se sintió responsable.
— ¡No! – se dio a sí mismo. – La puerta de la cocina.
El chico corrió, debía cerrar también esa puerta si no quería que pasaran más cosas malas.




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