En Busca de Sirius: Las Puertas de DoorVille
- rafaelaescribe
- 20 ago 2019
- 9 Min. de lectura
Capítulo XXI
Terror en la Villa
- —¡Hola!, ¿Cómo están? – Vivian estaba frente a la pareja Robertson, quienes se tomaban un café mientras sus hijos jugaban con Charity.
Brigitte miró con sorpresa a la joven y le brindó una sonrisa amable.
- —Muy bien, gracias… Eh… Vivian, ¿cierto?
- —Sí, Vivian… y usted es…
- —Oh, claro, disculpa. Yo soy Brigitte y él, mi esposo Adam.
- —Es un placer conocerlos.
- —Igual para nosotros, encantados, gracias por traer de vuelta al cachorro.
- —Por favor, eso no fue nada, es lo que cualquiera hubiera hecho.
- —¿Y tú eres nueva acá en el pueblo? –preguntó Brigitte al notar que la chica no tenía intención de alejarse de ellos.
- —Sí, tengo unas dos semanas acá –contestó Vivian, mientras tomaba asiento en el banco donde estaba la pareja.
Adam ni miraba a la joven. Sus mirada se hallaba fija en los movimientos de sus hijos, quienes se divertían en el parque.
- —Es un hermoso lugar, pero no hay mucho que hacer.
- —-Bueno, es el lugar ideal para el descanso, pero creo que siempre consigues cosas qué hacer.
- —Sí, sí, sólo que yo vengo de la ciudad y la vida es diferente allá.
- —Y ¿qué haces aquí?..., quiero decir, ¿por qué ese cambio de vida?
- —No, realmente no creo quedarme mucho tiempo. Sólo vine de paso y luego seguiré conociendo otros lugares. Hace poco cumplí dieciseis años y mi tía me dio permiso para tomar unas vacaciones.
- —Eso debe ser emocionante para ti, tu primer viaje sola.
- —Sí, en verdad me siento muy bien...
- —Y… disculpa que te pregunte, pero, ¿por qué el permiso te lo dio tu tía?… ¿y tus padres?
- —Ellos murieron, mi tía me crió… No es la mejor tía… pero…
- -—Oh, lo siento mucho.
- —Tranquila, eso fue hace ya muchos años. Ahora sólo me queda disfrutar de mi viaje, antes de tener que volver con mi tía.
Brigitte miró a la joven con melancolía.
- —Yo también quedé huérfana a temprana edad,. Tenía ocho años cuando mis padres murieron. Mis abuelos me acogieron.
- —Igual yo, tenía ocho años cuando pasó.
Brigitte y Vivian conversaron durante un buen rato, hasta que llegó la hora de almorzar. La familia fue al restaurant y la chica los dejó solos para que comieran tranquilos.
- —Pobre Vivian, no recibió el mejor trato de su tía. Ha tenido una vida difícil -decía Brigitte quien con facilidad le tomó aprecio a la joven.
Llegó la hora de la obra, los niños brincaban de emoción, se sentaron en el medio de la plaza con su pequeño perrito, al lado de los demás niños del pueblo. Brigitte y Adam los
esperaban sentados en el mismo banco donde se habían sentado antes. Vivian apareció de nuevo frente a ellos, pero esta vez acompañada por un gran perro negro.
- —¡Hola Vivian! – dijo Brigitte, sin prestarle atención al gran perro que llevaba la joven.
- —Disculpa,- dijo Adam- pero ese perro es muy grande, aquí hay muchos niños, debes tener cuidado.
- —Tranquilo, es inofensivo, además, lo tengo amarrado –contestó la chica mientras acariciaba suavemente la cabeza de su mascota.
Se sentó de nuevo junto a la pareja, esta vez entre ellos dos. El señor Robertson miraba con desagrado al animal, pero después de un rato, ya lo estaba acariciando también.
La obra terminó, los niños comenzaron a correr y Thor se volvió a zafar de Michael, pero esta vez fue hasta donde estaban sentados sus padres. El perro de Vivian no reaccionó bien a la presencia del otro animal y apenas lo tuvo cerca, trató de morderlo, pero Adam, que se dio cuenta de lo que pasaría, metió la mano para proteger al cachorro y en cambio, fue él quien recibió el mordisco del perro.
- ¡No!, eso no se hace – le gritó Vivian a su perro.
La mano del señor Robertson estaba ensangrentada. El perro le había hecho una gran herida. Brigitte se puso nerviosa al ver el daño que el animal le había hecho a su esposo. Buscaron a Charity para que cuidara de los niños, mientras ellos iban en el carro hasta la emergencia del hospital.
- —Si yo no metía la mano, ese animal hubiera matado al cachorro de los niños– decía Adam enfadado.
- —Tienes razón mi vida. – le respondía su esposa.
- —Esa… Vivian, ¿cómo se le ocurre andar con un perro como ese?
- —Es solo una niña, acaba de cumplir dieciseis años.
Adam no dejaba de quejarse y con razón. El perro le había mordido una vena y el hombre no dejaba de sangrar. Al llegar al hospital pudieron parar la hemorragia, pero poco después de salir de emergencias, Adam comenzó a sentirse mal.
—Busca a los niños, debemos irnos a la casa. No me estoy sintiendo bien.
Brigitte se bajó del carro y fue hasta el restaurant del viejo Edward donde consiguió a Charity dándoles de comer a los niños. Vivian también estaba ahí, por lo que Michael no estaba muy contento.
—Gracias por todo, Charity, ya debemos irnos –dijo Brigitte– Adam está esperando en el auto, no se siente bien.
Brigitte miró de reojo a Vivian, y le sonrió pues notó que la chica estaba nerviosa.
—Disculpa Brigitte,—dijo Vivian acercándose —él nunca había actuado así… No entiendo por qué lo mordió.
—Tranquila Vivian, fue un accidente. Ya nos vamos, cuando quieras ve a mi casa… ya sabes cual es, ¿cierto?
—Si, en la cima de la montaña –respondió la joven, apenada por lo ocurrido – Me encantaría pasar a visitarte…
—¿Qué fue eso? –Charity se sobresaltó al escuchar el fuerte aullido de un lobo.
Las personas que estaban en la calle comenzaron a correr con desesperación. Muchos, quisieron entrar al restaurant.
—¿Qué pasó?, ¿Cuál es el problema? –preguntó Brigitte desconcertada.
- —Hay un monstruo allá afuera... salió de su auto, señora Brigitte. –contestó una de las personas que había entrado al restaurant.
- —¿De mi auto?... Ahí estaba Adam… Iré a ver…
- —¡No, por favor, no salga! –le dijo la misma persona que antes le había hablado.
Brigitte fue en contra de las personas, salió a la calle y quedó paralizada al ver a la extraña criatura.
—Eso… no puede ser cierto.
El hombre lobo se volteó hacia donde estaba Brigitte, se le abalanzó encima y sus garras penetraron el pecho de la mujer… Pero, nada de eso había pasado realmente.
—Adam, ¿qué te sucede?, ¿te sientes bien?- le preguntó Brigitte a su esposo.
Adam sacudió la cabeza, ¿qué había sido todo eso?
—Sí, sí, estoy bien. Busca a los niños, debemos irnos a casa.
Brigitte bajó del auto y fue a buscar a los niños.
Adam no estaba bien. Decidió salir del coche, le pidió a su chofer que al regreso de su esposa e hijos, los llevara a casa, que él necesitaba caminar para tomar aire antes de volver. Se asomó por la ventana del restaurant y vio a sus hijos comiendo con Charity, Vivian también estaba ahí y estaba hablando con Brigitte. Esa misma escena la había visto hace sólo unos segundos, en una extraña visión.
Adam corrió, sentía que debía hacerlo. Hacía sólo unos segundos, había tenido una premonición, la más rara que jamás hubiera podido imaginar. Se vio a sí mismo convertido en bestia, matando a su esposa y a muchas otras personas. Mientras corría sentía que su sangre hervía, los latidos de su corazón retumbaban con fuerza en su pecho y sus jadeos se iban convirtiendo en gruñidos. Debía alejarse de todos, era una locura, pero sabía que realmente se estaba convirtiendo en un monstruo.
—John, ¿dónde está Adam?—preguntó Brigitte al entrar al auto en compañía de sus niños.
—Disculpe señora, él me pidió que los llevara a casa, que él necesitaba tomar un poco de aire.
Un aullido resonó en todo el pueblo y pronto decenas de personas corrían desesperadas por las calles de DoorVille.
- —Por Dios, ¿qué sucede? – Brigitte abrazó a Mika y a Michael y miró con angustia por la ventana del auto, esperando a ver a su esposo.
Al ver tal alboroto, John aceleró y tomó el camino a la mansión. En el auto, Brigitte iba temblando, llorando en silencio para no alarmar a los niños.
- Mami, ¿qué pasó? – Preguntaba Mika.
- —Tranquila hija, todo está bien. – Mentía la madre.
- —¿Y papá?, ¿dónde está él?
- —Ya viene en camino, hija.
Michael, miraba por la ventanilla trasera del auto, como esperando ver a su padre, pero él sentía que no volvería a ver a su papá. Estaban muy cerca de la mansión, cuando vieron al hombre lobo frente a ellos en el sendero. John desvió el auto, pero la bestia saltó encima de éste.
Los gritos de los niños eran ensordecedores. Brigitte ya había entendido, que por extraño que pareciera, esa criatura era un hombre lobo y sabía que debía alejarse si no quería que sus hijos y ella terminaran muertos.
- —¡John, por favor, reacciona, debemos avanzar! – gritó desesperada.
Pero John no respondía, parecía estar desmayado y ellos estaban atrapados en el auto, pues las puertas traseras tenían seguro. Desesperada y entre sollozos, revisó las caras y los cuerpos de sus niños, al parecer nada malo les había ocurrido, el hombre lobo había caído en la parte delantera del vehículo, por lo que a ellos nada les pasó.
Decidió esperar, pensó que tal vez aquel monstruo se iría si pensaba que dentro del auto no había nadie, pero este, aún merodeaba por los alrededores. Parecía estar cansado, Brigitte lo vio caer muy cerca del auto. Ella se mordía los labios desesperada, no sabía cómo salir de ahí sin que el hombre lobo se diera cuenta, estaba atrapada, la única manera de salir era rompiendo los vidrios, pero si hacía esto, llamaría la atención de la bestia.
Pronto, pasaron las horas; ni el hombre lobo ni ellos se habían movido de aquel lugar. Brigitte permanecía despierta, cuidando los sueños de sus pequeños hijos, esperando el momento en que el animal se fuera. La noche fue volviéndose día y en el momento en el que la luna llena ya no se distinguía, Brigitte pudo ver cómo el hombre lobo, tomaba su forma original.
Lo que vio en ese momento, fue mucho peor que lo que había visto la noche anterior. Aquella bestia que hizo quién sabía qué en el pueblo y que por poco acababa con su vida y
con la de sus hijos, era su esposo.
Adam despertó en ese momento. Sus ropas rasgadas y ensangrentadas lo pusieron al tanto de lo que había ocurrido. Se alarmó aún más al ver su auto destruido. Corrió en dirección al mismo, esperando lo peor, pero sintió un gran alivio al ver sanos a su esposa e hijos.
Brigitte lucía nerviosa, asustada. Mika y Michael aún dormían. Adam les pudo abrir la puerta, ayudó a Brigitte a salir del auto con Michael en sus brazos y él tomó con delicadeza a su pequeña Mika. Su esposa estaba frente a él, pero ninguna palabra salía de su boca, él tampoco sabía qué decir. Pero luego dijo algo:
- —Brigitte, por favor, perdóname, no sé cómo pasó esto, pero ya no puedo estar cerca de ustedes. Me iré y los dejaré, sé que es lo mejor.
La mujer soltó una sola lágrima, sus labios silenciosos tocaron los de su esposo, dándole el que él pensó sería el último beso. Pero después ella le dijo:
- No hay nada qué perdonar y no, no nos alejaremos de ti.
Adam sintió alivio y a la vez temor al escuchar estas palabras, no quería separarse de su familia, pero tampoco quería hacerles daño. Dudando de que lo mejor fuera devolverse a casa con su familia como si nada hubiera pasado, escucharon ruidos que venían del interior del automóvil, John había despertado y se quedó observando al señor Robertson como si estuviera mirando al mismísmo demonio.
—Usted, usted fue el responsable de toda esa locura que pasó anoche.
El hombre luchaba al mismo tiempo con el cinturón de seguridad y con la manija de la puerta para salir del auto, pero los nervios no le hacían nada fácil la tarea.
- —John, tranquilízate y entiende que a pesar de que sí fui yo, no lo hice con intención, no sé cómo me convertí en, en, en esa cosa.
El chofer logró salir del auto y corrió en dirección al pueblo, Adam lo siguió, pero casi al instante divisó la carreta del señor Peter que venía subiendo la empinada colina que llevaba hasta la mansión. John pasó al lado de la misma, pero no le prestó atención, estaba decidido a llegar al pueblo, para contarles a los habitantes quién era el monstruo que los había aterrorizado a todos la noche anterior.
- —¡Señor Robertson!- Llamó Peter. - ¿¡Qué le sucede a su chofer!?
Peter se detuvo para hablar con Adam y este dejó de correr.
- —Disculpa Peter, todo esto es una locura.
- —¡Oh, no puede ser! ¿A usted lo atacó el monstruo?-Pregunto el hombre con preocupación.
- —No exactamente, buen amigo. – respondió Adam avergonzado.
- —Bueno, bueno, explíqueme todo si quiere mientras lo llevo a su casa. ¿Le parece?
- —Muchas gracias y así recogemos a mi esposa e hijos también, no están muy lejos de aquí.
Al llegar a la mansión, Adam le contó lo sucedido al señor Peter, éste no podía creer todo lo que estaba escuchando.
- —No sé cómo pasó, pero pasó, ahora debo buscar la manera de romper esta extraña maldición que no sé cómo cayó en mi.
- —Señor Robertson, gracias por confiarme esto, sé que debió haber sido difícil para usted.
- —Claro que lo es Peter, no entiendo, es una locura.
La puerta de la mansión sonó tres veces. Brigitte fue a abrir.
- —¡Vivian!, ¿Qué haces aquí?- Preguntó la señora sorprendida.
Vivian lucía cansada y respondió a la pregunta con agitación y angustia:
- —John, les está diciendo a todos en el pueblo, que tu esposo es en realidad la bestia que nos atacó anoche. Y si eso es verdad, me temo que yo… soy la responsable de que eso pasara.
Ellos la miraron extrañados. Brigitte la hizo pasar a la sala y se aseguró de que los niños estuvieran bien distraídos en su cuarto de juegos mientras ellos hablaban.
- —Por favor, explícate –suplicó Adam.
- —Yo no debí obedecerla, debí saber que era una trampa –dijo la joven.
- —¿De qué hablas? –preguntó Adam sin entender.
- —Ella, ella me dijo que lo único que debía hacer era ir a pasear a su perro. A mí nunca me agradó ese animal, pero no sabía que podía haber algo tan malo en su interior. Después de todo sólo era un perro.
- —Vivian, necesito que te calmes, dinos, ¿quién es “ella”? ¿Y qué tiene que ver tu perro en todo esto?, ¿Me estás diciendo que la mordida de ese perro fue lo que me convirtió en lo que ahora soy?
Vivian se mordió los labios y dejó caer una lágrima.
- —Sí -respondió casi en susurro, mientras asentía con la cabeza.




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