top of page

En Busca de Sirius: Las Puertas de DoorVille

Capítulo III


Astrea, Sirius y Zeus


…sintió que había caído de su cama, abrió los ojos y ciertamente estaba en el piso de su cuarto, el cual se veía diferente; todo estaba tirado por el suelo, que se hallaba muy sucio y mugriento; corrió hacia la puerta, trató de encender una luz pero los bombillos no encendían, todo estaba lleno de telarañas, parecía una casa abandonada, entró al cuarto de sus padres pero no había nadie, los llamó y nadie contestó, bajó las escaleras y continuó su camino directo a la puerta de la calle, apenas abrió la puerta lo único que pudo ver a su alrededor era un infinito y oscuro cielo cubierto por miles de estrellas y sentía como la helada brisa de la noche golpeaba contra su cara impidiéndole así que pudiera abrir bien sus ojos.

—¿Qué es esto? —se preguntó Massimo mirando a su alrededor— tuve que haberme dormido… pero todo es tan… extrañamente real.

Massimo comenzó a caminar y se dio cuenta de que caminaba encima de las nubes

—¡Ja!, quién lo diría, ahora no camino sobre estrellas pero sí sobre nubes. Bueno, cada vez mis sueños tienen menos sentido.

—No Massimo, no es un sueño, todo esto es real.- una hermosa mujer, con alas, de cabello dorado, sobre su cabeza una aureola brillante, completamente vestida de

blanco y con una antorcha y rayos en sus manos, se acercaba poco a poco a Massimo, él se sorprendió al verla, pero ya que pensaba que todo era sólo un sueño no se exaltó.

—¿Ah no, entonces será que me morí y ahora llegué al cielo y tú debes ser un angelito, no?—dijo Massimo en tono sarcástico.

—No, no estás muerto y yo no soy un ángel, soy Astrea, Diosa de las estrellas.

—Perfecto mucho mejor, ahora sí sé que es un sueño—dijo hablando para sí mismo—Hanna me habló de los dioses del Olimpo y relacioné todo magníficamente.

—Está bien, si quieres creer que estas en sueño, perfecto, cree lo que quieras, pero te advierto, será mejor que te lo tomes muy en serio, pues tu vida y la de otros miles más dependen de ti y de lo que logres en este supuesto sueño.

—Bien, seguiré tu juego, dime qué se supone que debo lograr.

—Primero debo preguntarte sobre la estrella que viste.

—¿Qué estrella? ¿La que vi la otra noche?... Eso fue curioso, en verdad era como una estrella fugaz, pero iba demasiado lento, parecía ir paseando por el cielo y dejaba una estela de luz a su paso. Parecía un ovni o algo así.

—Entonces es cierto, tú eres el elegido, viste a la estrella en medio de la tormenta. Quisiera poder entender cómo es que tú eres el elegido, eres apenas un niño; yo soy la Diosa de las estrellas y sin embargo, ha permanecido alejada y oculta de mí.

Astrea estaba muy alterada; hizo aparecer de la nada un gran libro con delicadas y brillantes hojas y comenzó a leer su contenido:

—Lo he leído completo, una y otra vez y en ninguna parte se habla de un pequeño mortal.

—Disculpa, ¿qué es lo que tanto te molesta?... me dijiste que me explicarías lo que debo lograr pero no me has dicho absolutamente nada. ¿Será que debo esperar mucho más o mejor me voy despertando de una vez?

—Niño tonto, ya te dije que esto no es un sueño. Y sí, estoy alterada y molesta, pues como te digo, yo soy la Diosa de las estrellas y el no haber podido ver a Sirius me parece muy injusto. . .

—¡YA BASTA!- gritó una voz estruendosa; tan sólo al escucharla, Astrea se arrodilló y agachó la cabeza.

—Deja de hablar de injusticia y concéntrate en lo que te fue encomendado: guiar al elegido a seguir el camino correcto hacia Sirius.

—Discúlpame padre- dijo Astrea reincorporándose –pero si yo supiera el camino correcto hacia esa estrella, ya lo habría seguido yo misma.

—Parece que nunca has escuchado ni prestado atención cuando quiero explicarte algo importante, Astrea, pero lamentablemente, ya no hay tiempo, así que: ¡HAZ LO QUE TE CORRESPONDE!

El cielo, que estaba completamente oscuro, se iluminó repentinamente tras las palabras de Zeus, Dios del Olimpo.

Massimo se sorprendió y se quedó observando a una avergonzada Astrea.

—Espero que después de esto entiendas que no estás en un sueño. Ahora bien, te lo explicaré todo: Hace mucho tiempo el mundo estaba lleno de felicidad, amor, paz y armonía; no existían las guerras ni las peleas; todos los Dioses decían que era debido a la luminosidad que radiaba de la estrella Sirius, pues ésta brindaba esperanza. Siempre adoraron a la estrella por hacer del mundo un lugar ideal, pero por alguna razón, Sirius se fue alejando cada vez más de la Tierra y del Olimpo, por lo que fue provocando el caos. Mi padre Zeus recurrió a los antiguos libros del Olimpo y descubrió el problema: en los libros decía que debía existir un alma pura que reinara sobre las estrellas (esa soy yo), y guiara al elegido por Sirius hasta el camino dorado; una vez que el elegido estuviera ahí podría continuar su viaje, pero solo… o bueno, no sé si solo, pero lo que si sé es que deberás enfrentarte a seres rebeldes. Si no logras llegar hasta Sirius, entonces dentro de unos cien años la Tierra será un lugar inhabitable, debido a todos los conflictos que habrá, y toda la

mala energía que crecerá en las personas al darse cuenta que ya no ven una luz al final del camino, al darse de que ya no tienen esperanzas.

Massimo estaba aún más sorprendido ahora que había escuchado aquel relato tan extraño, que lo comprometía a ser el salvador de la tierra, según Astrea. A pesar de lo raro que había sonado todo eso, él sentía que tal vez no vivía un sueño. Después de todo, había pasado su vida entera soñando con aquel camino de estrellas y la noche anterior vio a aquella tan extraña y luminosa. No sabía que pensar, pues también podría ser obra de su imaginación, produciendo un genial y asombroso sueño. Fuera lo que fuera, decidió enfrentar lo que estaba viviendo y bueno, si al final resultaba ser sólo un sueño, nada malo sucedería.

—Está bien, creo que no me queda otra opción más que creerte. Dime entonces que es lo que debo hacer.

—Bien, primero debes armarte; mi padre te manda ésto- Astrea le entregó a Massimo un pequeño bolso blanco, pero tan blanco que hasta brillaba. Él lo tomó y quedó sorprendido por lo pesado que estaba, a pesar de su tamaño tan pequeño. Nunca imaginó que pesaría tanto.

—¿Qué es lo que hay aquí dentro?-exclamó mientras revisaba el contenido del bolso.

—Ya te lo dije, armas. Pero eso sí, no me preguntes para que son, yo ni siquiera las he visto y mi padre me dijo que tú sabrías en su debido momento cuál deberás usar. Ahora ven, te llevaré hasta el camino dorado.

Al terminar de hablar, Astrea comenzó a caminar, haciéndole señas a Massimo para que la siguiera.

—Tengo entendido que el camino dorado es un grupo de estrellas que se juntan formando un largo camino; si es igual al de mi sueño debe ser muy, muy largo. – dijo él mientras seguía los pasos de Astrea.

—Si, Massimo… eso es, y dime, que quieres decir con que. . . si es igual al de tu sueño.

—Es que desde que tengo memoria, he soñado con que voy caminando por un camino de estrellas, pero es un camino muy largo, llega un momento en que todas las estrellas comienzan a esparcirse y, a pesar de que yo corro para tratar de alcanzar el final, igual caigo y, bueno… en ese momento despierto.

—Pues bien, sólo te digo para que sepas y que no se te ocurra hacerlo ahora que no estás en un sueño, la única manera de que las estrellas comiencen a esparcirse para que el camino se desmorone es si llegaras a detenerte, es decir, una vez que comiences a andar por el camino dorado, no debes detenerte por nada del mundo o inevitablemente caerás.

—Ok, bueno, parece una regla fácil, pero en verdad es un camino tan largo, parece infinito Astrea, dime, como hago si me canso o no sé, si algo me pasara.

—Ya te dije, no debes detenerte, es lo único que debes hacer.

—Ok, entendido, pero debo preguntarte algo más, que se supone que haré cuando llegue al final del camino.

—El camino dorado te llevará a un mundo diferente a éste, incluso diferente al tuyo. Cuando llegues debes buscar a Sirius; ¡claro! no será fácil encontrarla, deberás enfrentar varios obstáculos, estoy casi segura de que alguien querrá ayudarte, pero también estarán los que te harán el camino difícil, por eso mi padre te dejó estas armas.

—Pero ¿qué clase de armas son estas?, quiero decir, es un bolso muy pequeño, ¿qué tanto puede haber dentro?

—Es pequeño, lo sé, pero ¿es pesado, o no?

—Pues si, realmente si es pesado, más de lo que yo podía creer.

—Bueno, confórmate con saber que mientras andes por el camino dorado no las necesitarás, lo único malo que tiene ese camino es que es muy largo, deberás caminar unas cuantas horas para llegar hasta el final, cuando llegues a tu destino podrás revisar lo que hay dentro y guardarlas donde mejor te parezca. … Listo, llegamos.

Astrea se detuvo frente a un gigantesco grupo de estrellas, abrió los brazos y recitó:

—Frente a ustedes se encuentra el elegido, les ordeno en este instante que se unan y permitan que el brillante camino dorado aparezca frente a nuestros ojos

 
 
 

Comentarios


©2019 by rafaelaescribe. Proudly created with Wix.com

bottom of page