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En Busca de Sirius: Las Puertas de DoorVille

Capítulo XX


Lo que Viene con la Luna


Los chicos rodaron por las escaleras con el animal y, al caer, los amigos se reincorporaron adoloridos por la aparatosa caída, lo único que les parecía bueno en aquel momento era que aún tenían sus armas en las manos. El hecho de haberlas tenido, los ayudó un poco pues la espada de Massimo había herido a lo que fuera que los había atacado, pero esa bestia se veía muy fuerte, incluso más que el demonio nocturno al que se habían enfrentado en el bosque.

- —¿Qué es esa cosa? – preguntó Rosa.

Amaru se veía igual de extrañada.

- —Yo creo que es un hombre lobo– dijo Massimo agitado y sin quitarle la vista de encima al inmenso monstruo.

El lobo se puso de pie y se abalanzó sobre Amaru, le enterró las garras en la espalda, pero esta sin perder la fuerza logró clavar la daga en el hombro de la criatura. Esto permitió que Amaru se pudiera zafar de las garras de la bestia, pero después cayó irremediablemente. Massimo la ayudó y los tres corrieron en dirección contraria al hombre lobo. Rosa se volteó sin dejar de correr y le apuntó una flecha que le llegó al pecho.

Entraron a la biblioteca y cerraron la gran puerta que la separaba del resto de la casa.

- —Amaru – dijo Rosa entre sollozos– por favor, dime que estás bien.

- —Tranquila hermanita - respondió esta agitada y con cara de dolor - sabes que soy fuerte, un tonto lobo no podrá conmigo.

Rosa sonrió nerviosa y la abrazó.

- —Pero te pido que no hagas eso - dijo Amaru retorciéndose – que la verdad sí me duele mucho.

- —Discúlpame, por favor.

Amaru se quitó el abrigo y pudieron ver que por su espalda chorreaba sangre.

- —Pues bien, ya Massimo sabe mi nombre– dijo ella sin darle importancia a las heridas que tenía en la espalda.

- —Sí, y también sé que ella se llama Rosa, pero tranquilas… yo no haré nada en su contra y además lo importante ahora eres tú y tus heridas.

Rosa levantó las cejas y miró asombrada a Massimo, pero ninguno se dio cuenta de su expresión y continuaron hablando.

—¡Bah!, eso no es nada, pronto sanaré; a las sinzieneles no nos duran las heridas, cicatrizamos rápido.

—Sí, pero recuerda que ya no tenemos magia, Amaru - agregó Rosa con preocupación— tal vez ya no tengas ese “don”.

—Ya lo veremos hermanita. Sangré, es cierto, pero no me estoy muriendo. Lo preocupante ahora es de donde salió ese… ese “hombre lobo”

—Me temo que sé de dónde y, si es así, no debemos matarlo— dijo Massimo.

—¿Por qué lo dices? – preguntó Rosa.

—Porque creo que es el señor Adam y él no me parece un mal hombre.

—¿Cómo? – Rosa parecía no entender.

—No entiendo, ¿cómo es que viviendo en un bosque mágico y encantado, no saben lo que es un hombre lobo?. ¿O sí lo saben y sólo me están tomando el pelo?

Rosa y Amaru lo veían intrigadas.

—Ok, parece que en verdad no saben lo que es. Un hombre lobo es un hombre que con la luna llena, se convierte en lobo, o en este caso, en mitad hombre, mitad lobo. En las películas que he visto, si uno de estos muerde a alguien, la víctima adquiere también esa condición, pero normalmente, cuando la luna llena se va, sólo son personas normales, sin intenciones de matar a nadie.

Rosa y Amaru parecían perplejas por la explicación.

- —Ajá —dijo Amaru —¿y cómo se supone que el primero se convirtió en eso?

—Bueno, no lo sé, yo siempre pensé que todo eso era falso, pero mírame ahora, soy amigo de un hada y de una sinzienele; he peleado con criaturas extrañas, con una bruja y me poseyó un duende. No sé cómo el primero se convierte en hombre lobo, pero si sé que todo en la vida es posible.

Amaru alzó las cejas, torció los labios y dijo:

—Sabias palabras, niño.

La puerta de la biblioteca retumbó, el anciano convertido en bestia se abalanzaba contra ella. Los chicos se pusieron en guardia, pero después de varios intentos pareció rendirse, pues no volvieron a escuchar más que un débil aullido.

—Ojalá no haya muerto– dijo Rosa – Creo que lo herimos bastante, las armas de Zeus son poderosas.

Todo estaba muy oscuro, la pequeña linterna era lo único que los alumbraba. Entre el miedo de que la bestia los pudiera atacar de nuevo, la intriga de saber qué le había pasado al señor Adam y la preocupación por las heridas de Amaru que aún no cicatrizaban, los amigos no podían quedarse quietos; no tenían idea del tiempo que habían pasado dentro de esa biblioteca, pero ya querían salir de ahí.

Massimo sentía que ya había pasado mucho tiempo. Seguro ya había amanecido, sólo que como todo estaba bloqueado, no podían apreciar la luz del sol. Se decidió a abrir la puerta, pero antes de que lograra levantarse del piso, una luz entró a través de las ventanas; alguien había abierto desde afuera.

—¡Señor Robertson!– era Sebastián —¡Le traje su comida, acá se la dejo!

Los amigos se levantaron de un brinco al escucharlo.

—¡Ese idiota! – dijo Amaru —¡Que no crea que se va a ir sin recibir lo que merece!

Corrieron a la puerta principal y cuando salieron, ya el muchacho estaba muy cerca de la verja que daba hacia el sendero de piedras que llevaba hasta el pueblo.

- —¡Oye, Sebastián!— Massimo le gritaba y caminaba rápidamente hacia el joven. – Creo que al menos una disculpa nos merecemos por habernos encerrado, literalmente, con el lobo.

Sebastián estaba perplejo, parecía no poder creer que los tres aún estuvieran vivos.

- —Eh, yo… no sabía…

- —Esto fue lo que le pasó a aquella chica, ¿cierto?, la dejaste en la boca del lobo, sin remordimiento alguno.

- —¡No, tú no entiendes!

Massimo estaba frente a frente con Sebastián y éste parecía temblar de los nervios. Massimo sentía que la sangre le hervía; no podía creer que alguien fuera capaz de encerrar a tres personas, sin contar a aquella pobre chica, con una bestia,

- —¡Bien, dime! ¿Qué es lo que tengo que entender?

Sebastián estaba pálido. Miraba a los tres amigos y movía los labios como tratando de decir algo, pero ninguna palabra salía de su boca.

—Yo creo que lo que quieres decir, es que eres un idiota cobarde incapaz de ayudar a nadie -dijo Amaru desafiante.

—Perdón – Sebastián no pudo decir más que eso.

—Ya, no vale la pena – dijo Rosa– Debemos ir a ver cómo está el señor Robertson.

Era cierto, se les había olvidado que la noche anterior, habían herido al lobo, seguro el hombre que estaba después de ese monstruo, también había resultado herido. Sebastián trató de irse, al ver que los amigos se olvidaron de él por un segundo, pero Amaru lo detuvo.

—Tú, no vas a ningún lado. Te vienes con nosotros y la próxima luna llena, serás tú quien se quede encerrado en la mansión.

Sebastián miraba con miedo a Amaru y ella se sintió feliz de por lo menos poder asustarlo. Entraron a la mansión y consiguieron al viejo herido en la cocina. Entre todos, lo llevaron hasta el mueble que estaba frente a la chimenea. Sebastián seguía a regañadientes las órdenes de Amaru.

- —Dejémoslo reposar – dijo Rosa.

El señor Robertson suspiro y dijo:

- No, ya basta de reposar,. Estuve toda la noche ahí tirado… ahora, necesito hablar.

Los chicos, incluyendo a Sebastián, escuchaban atentos al viejo Robertson, quien hablaba entre jadeos.

- —Aquel hermoso día de primavera, cambió la vida de todos los habitantes del pueblo. Mi familia y yo salimos de paseo y conocimos a una linda muchacha. Mi esposa se encariñó de inmediato con ella, pues tenían algunas cosas en común. Pero Michael, en cambio, no quería estar cerca de la joven, Vivian, así se llamaba.

Adam cerró los ojos con fuerza y continuó.

 
 
 

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