En Busca de Sirius: Las Puertas de DoorVille
- rafaelaescribe
- 8 ago 2019
- 8 Min. de lectura
Capítulo XIII
Acertijos
Todos se habían sobrepuesto de aquel ataque, menos Breena, quien aun yacía tirada en el suelo.
—Por favor – le dijo Rosa entre sollozos a Amaru – Trata de salvarla, sólo tú tienes aún algo de magia.
Amaru la miró apenada.
—Mi magia… no es tan fuerte como para devolver la vida
—Dices que…- Rosa se cubrió la cara con las manos y se arrodilló junto al cuerpo ahora sin vida de una de sus mejores amigas.
Todas las hadas lloraron en silencio, hasta Amaru dejó caer una lágrima por su mejilla. Después de que todas se despidieron de su amiga, Amaru se acercó al cuerpo de Breena e hizo aparecer un manto que parecía estar tejido con puras flores, la cubrió con eso y entonces pareció que su cuerpo se hubiera fundido con el manto así que el lugar en donde antes se encontraba Breena ahora estaba cubierto de bellas flores silvestres. Abatwa y Ella no entendían cómo un hada de la oscuridad había hecho una magia tan linda, aun había
algo que ellas no conocían de Amaru pues su comportamiento definitivamente no era el de una sinzienele común.
Ya era hora de continuar, todos estaban cansados y hambrientos, de hecho llevaban más de un día sin tomar bocado, cuando estuvieron a la orilla de la cascada, todos fueron a refrescarse tomando un poco de agua, aun no sabían que era lo que enfrentarían, sólo seguían los pasos de Rosa. Amaru se acercó a Rosa y le preguntó preocupada:
—¿Estás segura de lo que haces?
—¿Qué cosa? –preguntó ella desconcertada.
—Harás que ese chico se enfrente a la esfinge, ¿no te parece que es arriesgado?
Rosa la miró sorprendida.
- —¿Cómo es que sabes…? bueno, si, estoy nerviosa, sé que es arriesgado, pero si él es el elegido, y sabemos que lo es por la manera en la que se ha comportado, siempre con valentía y astucia, él podrá con ella, sé que podrá.
- —Lo ves, estás diciendo que lo sabes, yo pienso que aquí la única capaz de enfrentarse a esa esfinge eres tú, pues tú siempre lo sabes todo.
Rosa se quedó pasmada con las palabras de Amaru.
—Yo no lo sé todo siempre, sólo uso la lógica y listo.
—Pues ahí estás de nuevo, haciéndome ver que tú sí podrás con esa esfinge, usa tu lógica Rosa, si siempre usas la lógica, también la usarás para responder el acertijo.
—Bueno, ya veremos cuando llegue el momento. Pero, quería preguntarte algo acerca de aquella bruja, por qué no le lanzaste todo el polvillo negro si lo tenías en las manos, al hacerlo te hubieras quedado con toda su magia, sabes que fue un gran desperdicio.
—Sí, tienes razón, pero es por eso que no te quería ayudar con la bruja, ella tenía algo que hacía que las sinzieneles se rindieran ante ella, por eso las demás la apoyaban, no por el polvillo, sino porque en verdad ella las dominaba. Y bueno, a pesar de todo, yo también soy una sinzienele, así que a mi también me afectó.
Abatwa y Ella se habían alejado un poco para recolectar algunas frutas y nueces para que todos pudieran comer algo y, mientras lo hacían vieron a lo lejos la figura de la esfinge; rápidamente se alejaron del lugar y corrieron hasta donde estaban los demás.
—Tengan, coman algo rápido, vimos a la esfinge, no sabemos si quiera venir hasta donde estamos– dijo Abatwa algo agitada
—No, ella no va a venir, sólo va con aquellos que la buscan – dijo Ella – pero igual, podría toparse con nosotros y reconozco que me da miedo.
—Sí, sí vendrá, pues nosotros la estamos buscando.
Las hadas miraron a Rosa con asombro:
—Y ¿por qué lo dices hasta ahora?— Ella parecía molesta— nos estás ocultando cosas y las tramas con la sinzienele.
—¡Yo no he ocultado nada! ¿acaso alguna de ustedes me preguntó hacia dónde nos dirigíamos? simplemente se han dedicado a seguirme y no se molestan en preguntar lo que haremos. Pues entonces no se molesten, de hecho, les recomiendo que se vayan antes de que oscurezca, vayan a resguardarse. Massimo debe entrar al túnel de las sombras, pues es la única manera de que salga del bosque encantado; ya nosotras no tenemos magia y la poca magia que tiene Amaru la debemos reservar para cualquier otra emergencia.
Rosa realmente no quería hablarle de esa forma a sus amigas, pero sabía que haciendo eso ellas decidirían alejarse y en verdad quería mantenerlas a salvo. Después de que respondieran el acertijo solo tres podrían entrar al túnel de las sombras y por más que le doliera, ellas no serían de ayuda en el camino. En cambio, Amaru sí, ella aún conservaba algo de su magia. Sin embargo, Abatwa pareció entenderlo todo.
—Tienes razón, nosotras no somos las indicadas para entrar en ese túnel… deben ir Massimo, la sinzienele y tú. Vayan y tengan suerte. Nosotras mejor nos quedamos aquí y esperamos que todo se resuelva.
Rosa se sintió avergonzada, cerró fuertemente los ojos y suspiró. Abatwa le susurró algo en el oído a Ella y esta se acercó a Rosa y la abrazó.
—Ve a resolver todo y así recuperarás toda la magia.
Rosa sonrió, abrazó a sus dos amigas y suavemente les dijo:
—Por favor, cuiden a Mirela, sé que no le gusta estar sola.
Las dos hadas asintieron con la cabeza, se despidieron y fueron de regreso al gran roble.
Después de que las hadas se fueron, los demás se llevaron a la boca las pocas frutas y nueces que les habían llevado, sintieron un gran alivio al terminar de comer. Amato, mientras terminaba de engullir su última fresa le preguntó a Rosa:
—¿A dónde se supone que los llevará ese túnel?, para alcanzarlos allá.
Rosa se mordió el labio y le dijo apenada:
—La verdad, no tengo idea, sólo sé que nos sacará del bosque encantado y también sé que para continuar con la búsqueda, debemos estar fuera de aquí, por eso debemos atravesarlo, ahora, espero que nos lleve al lugar indicado, pero en verdad no sé ni cual es el indicado.
—Tranquila, no te avergüences – dijo Daniel – Antonio y yo hemos viajado a muchos mundos y sabemos que los que pertenecen a un lugar casi nunca tienen idea de que existen otros más aparte del suyo. No tienes que saberlo todo y además ni Zeus sabe en qué mundo está Sirius, imagínate si tú sí lo supieras, ya nos hubieras tenido que ir a salvar tú sola.
Rosa sonrió.
—Pues, supongo que tienes razón.
—¿Y debemos quedarnos aquí hasta que la esfinge nos encuentre?- preguntó Antonio a Rosa.
—Realmente, podríamos ir a buscarla, pero la entrada al túnel está, según he escuchado, detrás de la cascada, así que estamos aquí, solo para ahorrarnos camino. Ya aparecerá.
Al terminar de decir estas palabras la esfinge apareció de entre los arbustos y habló con una voz tan sutil que parecía entonar una melodía:
Veo que atrevidos se muestran
los que a mi casa se acercan,
¿qué precio han de pagar
estos cabezas huecas?
Rosa sabía que a la esfinge le gustaba que le hablaran en rimas, así como ella también hacía:
A ti nos acercamos
con una sola razón
deseamos entrar al túnel
sin darte explicación
La esfinge se dirigió directamente hacia donde estaba Rosa y clavándole la mirada le dijo:
Crees que astuta eres
más algo te advierto yo
si te equivocas conmigo
pediré más que una explicación,
pediré sangre que inunde mis garras
y miedo veré en sus caras.
Después de esta rima, la esfinge preguntó a Rosa:
- ¿Quieres jugar conmigo o algún otro valiente cree poder vencerme?
Massimo iba a dar un paso al frente pero la sinzienele lo detuvo, la esfinge lo notó y dijo:
Veo que otro valiente sin duda tengo al frente,
más la sinzienele con astucia lo protege,
dejen que se acerque no me lo voy a comer
a menos que una respuesta no pueda yo obtener.
Amaru le dijo en voz baja a Massimo:
- —Massimo, quédate aquí, no te acerques a la esfinge
Massimo sabía que pasaban cosas malas cuando decidía no hacer caso a alguna indicación, pero sentía que debía ser él quien se enfrentara a la esfinge. Esta continuó:
No importa quien me enfrente,
sólo decídanse ya
pues no me gustaría
quitarles la oportunidad,
si un acertijo no puedo formular
igualmente mis garras sentirán.
Massimo se acercó a la esfinge y le dijo con voz firme:
Ya basta esfinge, soy yo quien responderé,
de mi responsabilidad no me desharé.
Y la esfinge le explicó:
Valiente en verdad resultaste ser,
veamos si inteligente también puedes ser.
Pero debo advertirte antes de empezar,
que sólo una respuesta me puedes dar,
no te equivoques, pues no hay más
que una sola oportunidad.
La esfinge hizo una pausa como para dar a entender que ya había terminado con la explicación y continuó:
Perdido te encuentras sin su apoyo
y sientes su ausencia temiendo al no tenerla,
pero si te acompaña ni lo agradeces
e igualmente temes viendo lo que no quieres.
Massimo sintió miedo, no estaba en lo absoluto seguro de la respuesta que debía dar, sabía que no podía abrir la boca a menos que supiera la respuesta correcta. Decidió tranquilizarse y enfocarse en lo que le había dicho la esfinge, quien por cierto tenía reflejada en su rostro una sonrisa casi maligna. Massimo repasó la frase en su mente:
“Perdido te encuentras sin su apoyo y sientes su ausencia temiendo al no tenerla, pero si te acompaña ni lo agradeces e igualmente temes viendo lo que no quieres”… ¿valentía?, ¿será esa la respuesta? ... “si no la tienes sientes miedo” pero… ¿y cómo te permitiría ver algo? y además si ya tienes valor, valentía o coraje, no deberías sentir miedo. No sé, tal vez… Si te sientes perdido y con miedo sin ella e igual temes cuando la tienes porque te permite ver lo que te da miedo… No entiendo… si la tienes temes y si no también, sólo que al tenerla puedes ver a lo que le temes…
—¡Claro, lo tengo…!—se dijo a sí mismo.
Sabía la respuesta y no le había costado mucho, por lo que sintió un gran alivio, pero para no errar lo analizó un poco más, después de hacerlo sólo pudo confirmar que eso que había pensado, era lo correcto. En cambio Rosa estaba tan nerviosa que no se podía ni imaginar de qué estaba hablando la esfinge, Amaru estaba igual de nerviosa, ambas preocupadas por lo que le pudiera pasar a Massimo. Después de pensarlo bien, por fin se decidió a hablar:
—Admito que nada fácil fue tu acertijo y espero, realmente espero, que la respuesta que te voy a dar sea la correcta —suspiró como tomando fuerza para atreverse a hablar- —Si no la tienes te sientes perdido y con miedo porque no puedes ver, pero si la tienes te deja ver cosas a las que seguro le temes, así que al final de nada te servirá si no posees valentía. Pero en fin... la respuesta es la luz.
Rosa, Amaru y los demás observaron a Massimo con asombro, no podían creer que estuviera en lo correcto, ninguno de ellos había podido descifrar la respuesta.
Un chico listo resultaste ser
y el túnel de las sombras podrás conocer.
Pero te advierto, un grato paseo no será
si no caminas con seguridad.
Como bien tú lo dijiste,
necesitas valentía
pues la luz sólo te apoya
en ver bien por donde pisas.
Ya ellas conocen las reglas,
solo tres pueden entrar
y gracias a tu respuesta
por aquí podrán pasar.
Al terminar de hablar, la esfinge se metió en el agua y, al hacerlo, el agua que caía de la cascada comenzó a abrirse, dando paso a una gigantesca piedra, que cerraba la entrada al túnel de las sombras. La esfinge se acercó a la piedra y ésta se hundió en el agua, todos observaron el interior del túnel, se veía oscuro, parecía que adentro no hubiera ni un pequeño rastro de luz, la esfinge los miró y les dijo:
Lamento verme obligada a decir esto,
pues me gustaría más,
que una sorpresa se llevaran dentro,
pero les diré sólo por ser mi deber
que el camino el mismo no será,
mas al mismo sitio sí los llevará.
Todos observaron perplejos a la esfinge, no entendían lo que quería decir con esas palabras. Massimo preguntó:
—Pues dinos, ¿qué significa eso?
Y acaso creen que me caracterizo por ser benevolente?
les dije lo que dije por ser una obligación,
más no, porque me saliera del corazón.
Ahora vengan los tres que han de entrar,
antes de que el paso se les pueda cerrar.
Rosa, Massimo y Amaru comenzaron a caminar y entraron al mismo tiempo, se despidieron con la mirada de los tres guardianes y pronto la roca se volvió a cerrar.




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